En Europa, siempre hemos considerado la Segunda Guerra Mundial desde una perspectiva occidental. Nos enseñan las batallas que ocurrieron en Europa y los bandos que participaron en ellas: el bando aliado, con potencias como Gran Bretaña, Francia e incluso Estados Unidos; y las Potencias del Eje, entre las que se encuentran Alemania, Japón e Italia. Es verdad que oímos algo sobre Oriente al conocer el desenlace de la Guerra: el bombardeo atómico por parte de Estados Unidos sobre las ciudades de Hiroshima y Nagasaki; no obstante, es poco lo que se enseña sobre una guerra lejana: la Guerra de Asia o la Guerra del Pacífico. Esta tuvo lugar sobre el océano Pacífico, sus islas y Asia Oriental. Dentro de este conflicto, lo que más nos interesa es la llamada Guerra Sino-Japonesa, que transcurrió entre los años 1937 y 1945, al iniciar Japón la invasión del norte y este de China.
Pero el tema principal de esta entrada es un hecho ocurrido durante esta Guerra: la masacre de Nankín 南京. Nankín (literalmente: la capital del sur) es la capitán de la provincia de Jiangsu, y es la segunda ciudad más grande la región.
La masacre de Nankín fue un crimen del ejército japonés tras la caída de la capital frente a las tropas japonesas. En Septiembre de 1937, el ejército japonés decidió castigar a la ciudad bombardeándola desde el aire, por lo que un gran porcentaje de la ciudad quedó destruida. Posteriormente se produjo un asedio sobre la ciudad y se hizo uso de la artillería y la aviación para acabar con la resistencia de la ciudad. Finalmente, tras la caída del fuerte Guanghua Gate y los desembarcos del Río Yang-Tse, los japoneses entraron victoriosos en la ciudad. En ese entonces comenzó la verdadera masacre:
Las primeras víctimas fueron los soldados chinos, que fueron capturados y llevados al río Yang-Tse, donde se les disparó, cayendo sus cuerpos sin vida al agua. Cerca de 12.000 chinos apresados fueron ejecutados en el llamado “Reguero de los Diez Cadáveres”, una fosa común de 300 metros de largo. Otros murieron fusilados en la Puerta de Taiping. En definitiva, el número de prisioneros eliminados por los japoneses fue de 57.000 personas.
Además, al día siguiente de la conquista de la ciudad, comenzó el suplicio para la población civil. Las tropas japonesas participaron en una ola de violaciones, asesinatos, robos, incendios y otros crímenes de guerra. Incluso en una ocasión, las tropas japonesas se dedicaron a disparar contra cualquier civil que veían por la calle. Sin miramiento alguno violaron y asesinaron a más de 1.000 mujeres y niñas, mientras que los familiares de estas que se atrevieron a intervenir, la gran mayoría, se los ejecutó.
Los japoneses no respetaron nada y quemaron casas y mataron a gente por doquier. También arrasaron campos de refugiados violando a las mujeres y matando a todo aquel que se encontraban por delante. El 16 de Diciembre entraron en la Academia de Idiomas y secuestraron a 30 niñas de 12 años que se encontraban en el interior, las llevaron al exterior de la ciudad y posteriormente las violaron y asesinaron. Incluso a los bebés los lanzaban al aire y jugaban a ver quién les clavaba las bayonetas en pleno vuelo. Además, fueron cometidas numerosas atrocidades respecto al sexo.
Finalmente, el 17 de Diciembre, gracias a la intervención del general Matsui, cesó la masacre y poco a poco se volvió a la normalidad y se estableció un gobierno de inspiración fascista que administraría la llamada China de Nankín.
Es curioso que pocas personas conozcan esta masacre, aunque, como siempre, la población conoce lo que se le muestra. Sin embargo, es necesario conocer estos sucesos para saber que existen otras cosas más allá de lo que nos cuentan, y que la Segunda Guerra Mundial no fue únicamente el holocausto judío o las bombas atómicas, si no que fue el sufrimiento de muchos pueblos y personas del mundo.
Si queréis conocer más sobre este suceso, podéis mirar el siguiente documental:
https://www.youtube.com/watch?v=wonMhAoxiHg o consultar esta página web: http://www.eurasia1945.com/acontecimientos/crimenes/masacre-de-nanking/
Elena Pérez García
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